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lunes, 17 de noviembre de 2014

Yo soy libre como el mar.

Libertad... ¿Libertad para qué? Dijo un importante personaje del siglo pasado. No lo conocí, ni sé si lo dijo, yo aún no había venido y cuando nací tampoco me hablaron de libertad. Ni entonces, ni nunca. Hay cosas que se aprenden solas  a eso de ser adolescente, luego joven y rebelde como todos. En España por entonces, todo aparentemente quieto, se agitaba como garbanzos en la olla, cuando hierven. Todo me parecía injusto, y todos me decían, calla chaval. Que me dijeran calla, supe que la libertad era,  no me da la gana de callar. ¿Qué digo, en qué ofendo, es que no es verdad todo lo que estoy diciendo? Luego supe que aquel personaje hablaba de llenar el estómago antes, para que llegara tu verdadera libertad, lo entendí y lo sigo entendiendo. No hay libertad con hambre, el que tiene hambre es sumiso por pura necesidad. Esto que entiendo, ahora de mayor no comparto y afirmo que en mi hambre mando yo. Reclamo mi libertad, que no es más que mía, para gritar si puedo; elegir la hora de dar cuenta sobre mí, a buitres y carroñeros, que desde hace rato, sobrevuelan sobre este cuerpo, creyéndose libres siendo solo esclavos de su fuerza. No soy de nadie, solo mío. Libre nací y libre quiero morir. No hay esclavitud, hay sumisión a la fuerza. Podrás recortar mis alas, podrás retenerme entre rejas, pero no habrás doblegado mi voluntad de a tu menor descuido...dotarme de alas y volar.



Aunque aprendí necesidad antes que el padre nuestro, ésta no era extrema, aunque suficiente para saber que tener una peseta, milagro era. Dictadura la hubo por mucho tiempo, sumisos parecíamos, cuando solo ganábamos tiempo. Ahora hay libertad, me siento libre, nadie me dice calla y sin embargo la sensación que me embarga es vivir como un gorrión en su jaula. Miro a mi alrededor, pregunto, hablo, escribo y leo con esa sensación de que algo o alguien frena mis alas o han puesto plomo en mis pies.



Debates hay entre libres en este pueblo, que camina hacia un seguro abismo a vueltas con la necesidad de muchos y la abundancia de pocos. No soy pobre, más me veo otra vez como el gorrión en su jaula. Nadie me tapa la boca, empero se me ha vuelto torpe cuando no digo en el debate, basta, cuando escucho, calla, hombre, calla.... Si hablas la abundancia, se marchará a otra parte; resigna tu voz y medra, mientras haya migas a las puertas de palacio, a la salida de la iglesia, sirviendo a un nuevo señor. Libertad controlada, libertad vigilada. Lo saben todo de mí. Esto es volver a la jaula: Sutil sumisión, antesala de otra travesía en el desierto...para después que algún poderoso escriba ¿Libertad para qué? ...No me repitas más la frase, que en su trampa, millones de almas estercolan estepas silenciosas y espectráles. No me niegues la utopía, pensaré que solo buscas tu progreso, cuando es hora de comenzar la resistencia para salvaguardar las alas que vuelan, remontando estepa y montaña, hasta reencontrarse en un nuevo horizonte de libertad donde palpiten nuevas realidades. 


Esta realidad dibujada en cestos de manzanas que huelen, es un cuadro triste que me presto a llevar, viento al fresco. Comenzar a pintar otro lienzo con frutas nacidas en primavera para que vista, la pared ahora vacía y modesta, sin embargo limpia, perfumada con la fragancia renovada e ilusionante, que desprende la utopía. Ésa que presta ayuda del mejor, al peor hombre, levantándolo de una sumisión forzada por alguna de esas frutas podridas. 
Apuesta en libertad, que has de saber y poner música a esta letra:
Libre
Como el sol cuando amanece,
Yo soy libre como el mar,
Libre
Como el ave que escapó de su prisión
Y puede al fin volar.
Hasta la próxima entrada, que seáis felices hermanos.

La nota de humor:



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