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lunes, 7 de abril de 2014

¡Milana bonita!

Milana bonita: https://www.youtube.com/watch?v=uNdwPjGkjhI

Azarías solo tiene ojos, para su milana bonita y su niña chica. El señorito Iván, forzará que Paco arrastre su pierna rota, en sus cacerías, mientras Régula, aliña el puchero escaso de comida y revisa que en la Casa Grande, no falte de nada. Treinta años después de que Mario Camus, llevara la novela del mismo nombre a la pantalla, "Los Santos Inocentes",  aún me hace apretar el puño y aguantar mi respiración. Novela desgarrada, brutal, realista, la de Miguel Delibes, que sin embargo me parece que hoy como ayer, sigue teniendo vigencia; ahora, el señorito  ha trasladado su sillón a cualquier banco.
¡Milana bonita es la frase que te cala hasta el sentido, para no olvidarla jamás! La relación de vasallaje y resignación de los humildes, subleva tanto a cualquier conciencia cristiana, como marxista. La película, muestra la realidad rural de la España de los sesenta, anclada en el medievo, en la relación de siervos y señores sin posibilidad de acceso, a medio alguno de educación que lime distancias entre una y otra clase. 
En los años sesenta, conocí a muchos santos inocente, a los que nunca recordamos y de los que nadie habla. En Andalucía, como en Castilla o Extremadura, muchos eran los latifundios, muchos los cortijos, dónde el señorito acudía a sus fiestas y monterías, solo de vez en cuando. Eran los cortijeros quienes, les labraban sus tierras, cuidaban la casa grande y dormían en cuchitriles, a cambio de una consentida y resignada vida miserable. Mucho ha cambiado España, aunque viendo la que esta cayendo, pienso si volveremos a las andadas. Me consuela leer que el camino que se anduvo nunca se ha de volver. El tiempo pasa para no volver por muy largo que fuera aquél. 

El cruce de caminos entre el tiempo y mi vida, me hizo partícipe de aquellos años, siendo un niño, que si no muy fuerte, si a la fuerza, maduro para recoger aceitunas y trillar la mies en la era. No era mucho, comparándome con otros de mi edad. Mi empeño era estudiar, el de mis padres también. Soñaba con escribir palabras que sonaran bien, como aquellas poesías que memorizadas,  recitaba por su santo, a nuestro párroco. Palabras que hablaban de cielo, estrellas y luna. De días y noches, ríos y fragancias en sus riberas.
"Hijo mío, no quiero que seas como yo, me decía mi padre en contadas ocasiones, las suficientes, para entender y no olvidar" Yo fui un afortunado incluso en aquellos años, mis sueños se despertaron al alba después de una noche larga y fría; el alba venía cargada de buenas intenciones de un régimen que comenzaba a suavizar la tiranía. Los "López y el desarrollismo" dijeron P.I.O. y una de esas becas fue para mí, y un seminario del que por entonces, creí que era mi camino, hicieron posible el sueño de la educación en  mi caso y en muchos cientos de chicos de la época. Algo estaba cambiando.
No dejo sin embargo de recordar de aquellas casas llenas de varias familias, distribuidas, una familia por habitación con derecho a compartir sala, cocina y letrina o estercolero. No puedo olvidar a las familias que aún vivian en cortijos como en la película nombrada. Nunca olvidaré al padre de familia, llegar cada quince días, del cortijo al pueblo para cambiar de muda y llevarse el pan para otros quince, cuando de nuevo, se volvía. A los jornaleros en recolección, dormir en pajares o un pesebre libre del establo para animales. No puedo olvidar. Tengo que contarlo, porque aquellos santos inocentes, no eran actores,  ni salieron en alguna foto; alguien tiene que nombrarlos, alguien tiene que darles voz. Aunque hayan pasado cuarenta o cincuenta años, sus memorias tienen que ser recordadas. ¡ Es triste, muy triste, recordar hombres envejecidos, mujeres de pechos caídos, sus sueños rotos, sus caminos torcidos!


El tiempo uncido a la suerte del  pobre, pasó y cambió a mejor, del pan y aceite, pasamos al chocolate y en vez de dos comidas, haciamos tres. Llegó la tele, y con ella el futbol y los toros. Aquel pan y aquel circo, resignaba ánimos y volvíamos a soñar, en un día tal vez....Luego, el seiscientos; el viejo dictador nunca podría haber soñado que en sus postrimerías, el pueblo pisado, volvía a levantar cabeza, mientras la suya se inclinaba. Eran finales de los sesenta. Ardía París con la revolución del 68. La Iglesia se había atrevido con un Vaticano II,  los curas vestían de calle y se hacían obreros. Jamás los pobres encabezaron revolución alguna, esta vez tampoco pero levantada sus cabezas, gritaban libertad. Las calles se llenaban mientras el miedo menguaba. Dúo Dinámico,Brincos, Bravos... Beatles sonaban fuerte y las melenas, se fueron soltando entre los jóvenes en este país, entre conciertos y protestas por los últimos ajusticiamientos. Era el final del invierno frío y largo, los almendros en flor , ya anunciaban una primavera preñada de esperanza.



Hasta la semana que viene, hermanos. Que seais felices.
La nota de humor:

No te pierdas este vídeo en youtube, cuando hay crisis, hasta donde llegan los recortes:
http://www.tedmed.com/talks/show?id=103843





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