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lunes, 28 de abril de 2014

Reirse, es recomendable para la salud


Y cuando cierro mis ojos, aun pesaroso por tu desdicha, no dejo de evocar la pintura de tu risa, engalanada en tus labios rojos. De tarde en primavera, hasta nacida la luna llena, caminábamos entre olivares, beso tras beso, mecidos en la inmensidad de estos mares. Otro beso chiquilla que aún no salió la luna, estamos a tiempo. Tarde en primavera, pasión de verano, otoño que presagia tu desdicha, de un temprano invierno pálido, fría tu risa que ya no siento.
Cuento mi vida por tardes de luna llena en primavera, por besos nacidos en tus labios rojos, por recuerdos de la pintura de tu risa engalanada. Amo el sol que ahoga el frío de tus labios, lloro la crueldad de un invierno tan tempranamente joven, para ti. Río, cuando recuerdo, tus besos cruzarse con los míos. (Recuerdos de amores tempranos)

Tanta trascendencia puse en la vida que se me olvidó reír. Dos son las  risotadas que se quedaron grabadas en mi alma, la primeras de las carantoñas de mis padres, muy pequeño yo, las segundas las del amor temprano. Luego, la joven madurez para ganarte la vida, se fue encargando de marcar el sentido de las arrugas en la cara, que son como la biografía de tus equivocaciones, la cuantía de lo que te has reído o llorado.
Liberado de las cadenas del trabajo y de la vida en toda su formalidad, aprovecho y recupero el recuerdo de la sonrisa, de la carcajada, de las cosas vistas de otra forma, para maquillar esos surcos que delatan escasez de sonrisas, sobrados de días grises.

Me dicen, mis repetidas equivocaciones en la vida, que todo puede verse desde otro punto de vista. ¿El mejor? El que menos daño, te infrinja. Por ejemplo una biografía puede ser escrita de muchas maneras, Miguel Gila tuvo la genialidad de virar entre el surrealismo y la realidad creída.

 

Miguel Gila ha supuesto para varias generaciones, el español que hizo amable, la tragedia de nuestra guerra, si esto es posible.


En el fondo el humor, el poder reírse, es el más certero signo de inteligencia cristalina, emoción intensamente humana, que nos eleva, somete nuestros miedos, nos protege a la vez que nos hace más cercanos. Sentimiento universal a veces tan de espaldas de la Literatura, cuando ésta se reviste de pompas y  boato insufrible.
Todos los pueblos tienen a sus grandes humoristas, los que hacen odiseas de ellos en forma de risa humana, franca, sincera, sencilla. ¿Quién no recuerda a Mario Moreno Cantinflas? ¿Mr Bean? ¿Hermanos Marx? ¿Monty Python?  ¿Charles Chaplin?....Les Luthiers.  Esta entrada puede que quede larga, pero quizás más divertida si os dejo testimonio, de cada uno de los mencionados, grandes del humor y grandes del espíritu. 



Pese a las traducciones, los hermanos Marx, estarán por muchos años en el panteón de nuestras memorias. Esta secuencia, por más que repetida en cualquier medio....no deja de ser testigo del futuro del ayer.


Rowan Atkinson, da vida al muy popular personaje de Mr Bean, inocente y torpe ciudadano que nos hace reír con su mímica y desenvoltura para salir airoso de sus enredos.


Los Monty Python estuvieron prohibidos en España, hoy marcan tendencia en nuestras compañías de teatro y de humoristas. 



De Charles Chaplin se ha dicho todo, no necesita presentación. El humor universal, el humorista silencioso que cuando hablaba nos dejaba mudos, Escena del Gran Dictador: 


Les Luthiers ha conseguido tener éxito en todo el entorno de habla hispana, aunando a la perfección humor y música con los más variopintos instrumentos.



La capacidad de reír juntos es el amor ( F. Sagan)

Que lo disfrutes hermano. Sed felices. Hasta la próxima semana.


martes, 22 de abril de 2014

El tiempo de nadie


Vaya por delante mi más sincero agradecimiento, por la aceptación que ha tenido la última entrada a este blog "Abril para vivir". Sin vuestras visitas, comentarios y +1, no hubiera sido posible. Me reconforta saberme leído y entendido, es bálsamo para mi esencia dolida en estos momentos. Me anima a seguir con vosotros mientras pueda; en la tarea, estoy.
Mucho se ha escrito. Más, se ha sentido la muerte del gran Gabo. Gabriel García Márquez, ahora en el monte del Olimpo, vive con sus cenizas trabando palabras sueltas en pensamientos únicos, verbo etéreo, escrito en la memoria del recuerdo. Vivirás en mí, más allá de las limaduras del universo eterno. Gracias Maestro, tu vida es la semilla furtiva que genera más vida, aún en el pedregal más sediento.



El tiempo

Semana Santa se fue, para devolvernos abril a la plenitud del devenir cotidiano, mis días vuelven a ser un recuerdo, se fue él, ella, ellos, con un adiós y un hasta pronto, sin saber lo pronto que será el nuevo encuentro. Me gustan esos relojes de péndulo, que oscilan de un lado hacia el opuesto, con un sonoro tic-tac para evocarnos el tiempo. Pienso en él, en el pasado, contemplándome, en lo que puede que suceda. Es complicado el tiempo, lo de ayer y lo de hoy, el presente que no alcanzo a comprender. Ahora mismo, ya es pasado. ¿Soy yo o mi recuerdo? Debe haber tiempo, sí, mi tía Teresa cuando se sentía sola, recordaba a su marido y exclamaba: ¡Ay Fernando, que yo te pedía que me dejaras descansar un poco, pero no tanto tiempo! Mi tía, buscaba el tiempo que ya no era de nadie, perdido en la tierra de la que nació, para nunca más volver. Y se miraba en su soledad. El tiempo es soledad y compañía aunque nunca espere a nadie.

El tiempo abre y cierra ventanas, el tuyo es abrir las que yo voy cerrando, cada vez que te empeñas en pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. ¿No te das cuenta que el tiempo es como el péndulo que viene y va, sin detenerse, volviendo por el mismo camino, en otro tiempo, marcando el tic-tac del futuro, a la vez que entierra el pasado? Abriendo ventanas, he descubierto por fin el tiempo, ser el viejo vino conservado en buen odre, el viejo cuarterón tallado endurecido por la pátina de sus años, el viejo amigo en quien tú confías, el autor que al leer, tú recuerdes. El tiempo, cuando justo el péndulo pasa por el presente, dirección futuro.

Lo único que me pertenece es el recuerdo y ocupar el tiempo que no es mío. Tengo la sensación de haber gozado de un maravilloso tiempo prestado y hasta un destino de antemano establecido. He de ser generoso con el universo que me alumbró en el espacio de un tiempo, en un cuerpo y un sentimiento, que ahora os describo. De poder ser algo ahora, volvería a la infancia ingenua, donde la felicidad parece cierta y la fantasía, el sueño de cada día, porque a la belleza de los sueños, es a quién pertenece el futuro.

Ni el pasado ha muerto, ni está el mañana, ni el ayer escrito. (A. Machado). El tiempo es el gran escenario del universo, tránsito del amor y la vida que no muere, se transforma, para volver a ensayar un nuevo ser, una nueva vida.

Quiero cerrar esta entrada con un tono mucho más alegre que reflexivo, pensando en todos los enamorados, en todos los   que tienen corazón y  sienten. Al amor. A ti que vives ilusiones y sueños. A todos cuántos vivís procurando la misma ilusión y sueños de quienes, no los tienen. A vosotros os canto, para deciros con música y voz de Joan Báez : Gracias a la vida

Gracias a la vida, que me ha dado tanto
Me ha dado el sonido y el abecedario 
Con el las palabras que pienso y declaro 
Madre, amigo, hermano y luz alumbrando, 
La ruta del alma del que estoy amando

Solo el que ama, siente, el que siente escucha y puede dar lo que tiene y llenar la vida del desposeído.

Hasta la próxima semana. Sed felices hermanos.

La nota de humor:

Y el vídeo: El arte de hacer música




lunes, 14 de abril de 2014

Abril para vivir (Dedicado a Carlos Cano)


Semana santa
Los rayos de sol perduran, perfumándose al atardecer de fragancias, que nacieron por abril. Dicen que por primavera nos sentimos más sentimentales, por aquello de que la sangre altera. Abril ha llegado este año, suavemente veraniego, deliciosamente floreado, con una felicitación en la mano, invitándonos a salir. Los mozos se arrullan abrazados y las golondrinas, las que con el amor se fueron, vuelven para encontrar un nuevo amor. Parafraseando la copla de Carlos Cano, abril de luna, abril para vivir, letrilla y música que se cuela a través la ventana de mi habitación, me inspira a comenzar así, esta entrada. 
Es semana santa, las procesiones en España, sobre todo en Andalucía, marcan la semana central de abril. Para los creyentes, su fe les invita a levantar tronos y marcar paso. Barrocos tronos, doseles brocados en oro, coronas de oro y brillantes, luce la virgen más hermosa, más guapa de su cofradía. Ninguna como la Macarena, ninguno como El Abuelo. Estandartes y soldados con sombreros emplumados, bandas de música en su recorrido. En la “madrugá”, una saeta irrumpe de la garganta de un afamado coplista y canta, canta en el silencio de la noche, para ganar pedazos de corazón de quién la escucha. Para los no creyentes, muchos son espectadores de un gratuito desfile lleno de vida y color; muchos prefieren las tranquilas arenas de la playa. La fiesta que no divide, que no molesta, cada uno por una razón, cada uno por una creencia. Creencias sin debate mientras la procesión desfila...

Luego es el amor y ese cuerpo azorado por sus venas, lo que nos lleva al imperioso mandamiento de no extinguirnos, ahora que has redescubierto esos ojazos negros, de la niña de tus sueños o esos cabellos rubios del mozo que te embriaga y oprime el corazón. La droga del amor.

¿Crees en Dios?
Cuando me preguntan si creo en Dios, digo que soy creyente, que tengo un sentimiento religioso de la vida y creo que digo bien, para una respuesta. No vale contestar si o no, sin aclarar antes, sobre que Dios me pregunta, si los muchos del hinduismo, si Alá, si Yahvé, si otros dioses menores de los muchos que existen en el planeta. Creo en el Dios que nos hace mejores, así que creo en el amor fraterno, en la solidaridad, en la justicia, en la humildad, en la sencillez y en la bondad. Por eso tengo sentimiento religioso porque sueño con ser mejor. A cambio, no quiero más que mi muerte sea, volver a ser polvo o energía en el cosmos, de donde salí. No creo en la resurrección ni en el paraíso. Lo que haya de ser, pronto y en vida. No sé si necesitaría de un dios para creer en lo que creo, si no lo tuviera, seguiría teniendo una creencia. Nadie escapa a ser creyente, el problema es semántico, cuando se nos pregunta, parece que se nos quiere decir, si eres de los míos o de los otros y de nuevo a la greña por la religión. ¿Tan difícil resulta para el ser humano, vivir de manera independiente de cualquier creencia o religión, obrando en paz, amor, solidaridad, fraternidad, concordia, justicia, humildad, sencillez y bondad, desde ese sentimiento íntimo como persona? Me niego a comulgar con ruedas de molino, en aras de nada, ni de nadie. Mi creencia no es más importante que la tuya, pero es la mía. Mi respeto a tu persona. Mi admiración por tu esfuerzo hacia los demás. Algún día, en algún sitio, seremos hermanos cantando un mismo himno de paz, amor y libertad.


Vivir abril
Mañanitas de abril dulces de dormir. Que bonitos los campos verdes, las primeras rosas del jardín, las primeras fragancias de tomillo y jazmín; Olor a romero, lavanda o espliego. Mientras las mariposas de mil colores adornan las flores y los ruiseñores trinan, arrullando las palomas en un canto de amor. Abril, siempre primavera, donde la lluvia se vuelve mil y el sol perdura hasta dejarnos una noche de luna para amar, soñar o tal vez recordar. Así con este ánimo ha despertado la primavera en mí, después de sortear achaques recidivantes, recupero las ganas de vivir.

Vivir la copla
Metido en la sombra de mi pensamiento, en una noche de abril de luna, en los silencios de la nada, repiquetean castañuelas, marcando a la guitarra, al son de una voz aflamencada. Sueño caminos de sentimiento, añoro lágrima en flor, pasión de una primavera que ya pasó. Taconea la morena, su larga cola en vestido de lunares rojos y fondo blanco, alza al aire y volantea, calmando el mayor de tus pesares. Duende de la copla, banda sonora de mi infancia, mil veces escuchada, mil veces sentida Vuelve a susúrrame, que es noche de abril de luna, nacida para vivir, nacida para cantar, hasta que la garganta resista y el aire nos falte. Sentir, soñar hasta encontrar un nuevo amor. En mi alma de andaluz está grabada, la copla, sus letras y ritmos, sus voces, su tronío. Sentimiento, penas y alegrías, amor de primavera, días para vivir, noches para soñar un nuevo amor. (Dedicado a uno de los grandes de la copla, Carlos Cano. Viviste para que la copla nunca muriera.)


Hasta la semana que viene, hermanos.Que seaís felices.

La nota de humor:


lunes, 7 de abril de 2014

¡Milana bonita!

Milana bonita: https://www.youtube.com/watch?v=uNdwPjGkjhI

Azarías solo tiene ojos, para su milana bonita y su niña chica. El señorito Iván, forzará que Paco arrastre su pierna rota, en sus cacerías, mientras Régula, aliña el puchero escaso de comida y revisa que en la Casa Grande, no falte de nada. Treinta años después de que Mario Camus, llevara la novela del mismo nombre a la pantalla, "Los Santos Inocentes",  aún me hace apretar el puño y aguantar mi respiración. Novela desgarrada, brutal, realista, la de Miguel Delibes, que sin embargo me parece que hoy como ayer, sigue teniendo vigencia; ahora, el señorito  ha trasladado su sillón a cualquier banco.
¡Milana bonita es la frase que te cala hasta el sentido, para no olvidarla jamás! La relación de vasallaje y resignación de los humildes, subleva tanto a cualquier conciencia cristiana, como marxista. La película, muestra la realidad rural de la España de los sesenta, anclada en el medievo, en la relación de siervos y señores sin posibilidad de acceso, a medio alguno de educación que lime distancias entre una y otra clase. 
En los años sesenta, conocí a muchos santos inocente, a los que nunca recordamos y de los que nadie habla. En Andalucía, como en Castilla o Extremadura, muchos eran los latifundios, muchos los cortijos, dónde el señorito acudía a sus fiestas y monterías, solo de vez en cuando. Eran los cortijeros quienes, les labraban sus tierras, cuidaban la casa grande y dormían en cuchitriles, a cambio de una consentida y resignada vida miserable. Mucho ha cambiado España, aunque viendo la que esta cayendo, pienso si volveremos a las andadas. Me consuela leer que el camino que se anduvo nunca se ha de volver. El tiempo pasa para no volver por muy largo que fuera aquél. 

El cruce de caminos entre el tiempo y mi vida, me hizo partícipe de aquellos años, siendo un niño, que si no muy fuerte, si a la fuerza, maduro para recoger aceitunas y trillar la mies en la era. No era mucho, comparándome con otros de mi edad. Mi empeño era estudiar, el de mis padres también. Soñaba con escribir palabras que sonaran bien, como aquellas poesías que memorizadas,  recitaba por su santo, a nuestro párroco. Palabras que hablaban de cielo, estrellas y luna. De días y noches, ríos y fragancias en sus riberas.
"Hijo mío, no quiero que seas como yo, me decía mi padre en contadas ocasiones, las suficientes, para entender y no olvidar" Yo fui un afortunado incluso en aquellos años, mis sueños se despertaron al alba después de una noche larga y fría; el alba venía cargada de buenas intenciones de un régimen que comenzaba a suavizar la tiranía. Los "López y el desarrollismo" dijeron P.I.O. y una de esas becas fue para mí, y un seminario del que por entonces, creí que era mi camino, hicieron posible el sueño de la educación en  mi caso y en muchos cientos de chicos de la época. Algo estaba cambiando.
No dejo sin embargo de recordar de aquellas casas llenas de varias familias, distribuidas, una familia por habitación con derecho a compartir sala, cocina y letrina o estercolero. No puedo olvidar a las familias que aún vivian en cortijos como en la película nombrada. Nunca olvidaré al padre de familia, llegar cada quince días, del cortijo al pueblo para cambiar de muda y llevarse el pan para otros quince, cuando de nuevo, se volvía. A los jornaleros en recolección, dormir en pajares o un pesebre libre del establo para animales. No puedo olvidar. Tengo que contarlo, porque aquellos santos inocentes, no eran actores,  ni salieron en alguna foto; alguien tiene que nombrarlos, alguien tiene que darles voz. Aunque hayan pasado cuarenta o cincuenta años, sus memorias tienen que ser recordadas. ¡ Es triste, muy triste, recordar hombres envejecidos, mujeres de pechos caídos, sus sueños rotos, sus caminos torcidos!


El tiempo uncido a la suerte del  pobre, pasó y cambió a mejor, del pan y aceite, pasamos al chocolate y en vez de dos comidas, haciamos tres. Llegó la tele, y con ella el futbol y los toros. Aquel pan y aquel circo, resignaba ánimos y volvíamos a soñar, en un día tal vez....Luego, el seiscientos; el viejo dictador nunca podría haber soñado que en sus postrimerías, el pueblo pisado, volvía a levantar cabeza, mientras la suya se inclinaba. Eran finales de los sesenta. Ardía París con la revolución del 68. La Iglesia se había atrevido con un Vaticano II,  los curas vestían de calle y se hacían obreros. Jamás los pobres encabezaron revolución alguna, esta vez tampoco pero levantada sus cabezas, gritaban libertad. Las calles se llenaban mientras el miedo menguaba. Dúo Dinámico,Brincos, Bravos... Beatles sonaban fuerte y las melenas, se fueron soltando entre los jóvenes en este país, entre conciertos y protestas por los últimos ajusticiamientos. Era el final del invierno frío y largo, los almendros en flor , ya anunciaban una primavera preñada de esperanza.



Hasta la semana que viene, hermanos. Que seais felices.
La nota de humor:

No te pierdas este vídeo en youtube, cuando hay crisis, hasta donde llegan los recortes:
http://www.tedmed.com/talks/show?id=103843





martes, 1 de abril de 2014

Las torres de la soberbia


“Si hubo tiempo, fue el tiempo, quién unió tu mirada a mis ojos para expresarte en mí. Un día, insatisfecho, separaste tus ojos del hombre que te hizo, para alzarlos hacia el Olimpo. Encandilados por los palacios de cristal, en que moraban los dioses, tu  cambiada mirada volvió sobre mis ojos... Ya no expresa, ordena; no ama, posee; una fría distancia te separa. Me fui inclinando reverencialmente, intimidado por tu nueva sabiduría, avasallado por un falso halo de poder, que tu presencia desprende. Ricos mantos te cubren, tu voz ensordece ahora, proclamas tu amistad con los moradores del Olimpo y como un dios respondes a quien ose hablar. Tú, hijo del tiempo y de la tierra, ordenaste una nueva torre levantar, para coronarla con tu nombre. Tú, hijo de la humanidad, de la insoportable soledad y del dolor, viviste un tiempo, si hay alguien que te recuerde y si existe el tiempo, cuando tu cabeza acaso, creyó alcanzar las nubes. Tú, desapareciste para siempre, solo quedó tu estiércol maloliente de los hijos de la tierra y la mirada ausente de los ojos, que un día si hay tiempo, dejaste de mirar. Así fue desde la eternidad de la luz, cuando la mirada terrenal se aparta de los ojos del hombre. El brillo de tus ojos no es el big bang de alfa ni de omega, solo un resplandor efímero de tu soberbia, hijo de la tierra”.

La soberbia levanta torres con cimientos sobre tejado y el tejado de cimiento, aeropuertos sin vuelos, carreteras a ninguna parte, no en balde es como un grito de dádiva, generosamente atendido por la irreverencia de un poder absoluto, carente de escrúpulos. Es la soberbia organizada, organizada en una jungla salvaje, donde el más fuerte marca territorio, olvidando que el más fuerte hoy, es el perdedor de mañana. De esta soberbia del poder lamento, que hace escuela y cala en una sociedad, cada vez, más exenta de valores. Porque no interesa una sociedad virtuosa. Si tuviéramos una sociedad austera, sencilla, humilde, reflexiva e inteligente ¿Qué sería de un sistema productivo de tanta intrascendencia, de tanta banalidad y de tantos modelos de vida irreales? Cuando el capitalismo se deshumaniza, si es que alguna vez tuvo rostro humano, el mundo enloquece en una espiral de pobreza, desigualdad, envidias, luchas y corrupción como hemos visto en unos años, pasados los días de vino y rosas, en que todos nos creíamos, dioses menores de un olimpo que resultó, más que la feria de la vanidades. Alzamos una torre tan alta, de tan escasos cimientos, que la torre no ha hecho más, que empezar a desmoronarse.

Siempre que he leído sobre la soberbia, me pareció que era la cualidad imperfecta de la persona y sus congéneres, los que afeaban dicha conducta. Pensando en todo lo que ha pasado, mi opinión ahora es que la dimensión de este mal es mucho más social, porque de este “pecado” se ha hecho pensamiento y éste siempre tiende a difundirse, crear escuela primero y luego norma. Norma que le viene como anillo al dedo al sistema, carente de valores, que no sea producir y reproducir la parábola del rico Epulón. Ya no se afean semejantes comportamientos, como mucho y si no es muy poderoso, echamos la vista hacia otro lado o contemporizamos hasta que se pueda. 

Don Francisco de Quevedo advierte que es más fácil escribir sobre la soberbia que vencerla. Sabias palabras. Convencido de ese axioma, no voy a mirar la paja en ojo ajeno, para que me descubran la viga en el mío. Solo pretendo reclamar espacios de valores en una sociedad, que contemplo mecida y adormecida, por modelos que hacen de la imperfección, virtud, de la fealdad, estética, de la altanería, melodía. Simplemente pensar, pensar y mirar en esas altas torres, que se levantan ante mi vista preguntándome una y otra vez: ¿Habrá horizonte más allá? 

Busco, que los que en vida nos vanagloriamos, nos jactamos, somos altaneros, fastuosos y ambiciosos, hipócritas, presuntuosos y pertinaces, nos reconozcamos humanos con fecha de caducidad. Todos hemos tenido nuestro minuto de gloria, pero no conozco a ningún humano, que esa gloria la haya podido trasladar a ningún olimpo, porque éste es de los dioses; los humanos, de la tierra.


¿Escaparía Gandhi a esta imperfección humana?

Que seais felices hermanos, hasta la próxima semana.

La nota de humor: ¿ Según se mire, no?

Un enlace para disfrutar un rato de un espectáculo lleno de sensualidad, belleza y perfección.
 

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